En nuestra vida diaria dependemos de móviles, electrodomésticos y aparatos que creemos duraderos, pero muchos tienen una vida útil limitada de forma intencionada. Esta práctica, conocida como obsolescencia programada, nos lleva a reemplazarlos antes de tiempo, generando más gasto y consumo energético. Descubre en este post del blog de ahorreluz cómo influye en tu economía y en el medio ambiente, y qué acciones puedes tomar para evitarla y ahorrar.
Índice de contenidos
¿Qué es la obsolescencia programada?
La obsolescencia programada reduce la vida útil de los productos, obligándonos a reemplazarlos antes de tiempo. Esta práctica incrementa el consumo energético y el gasto, afectando tanto al bolsillo como al medio ambiente.
Significado y origen del término
La obsolescencia programada es la práctica mediante la cual los fabricantes establecen deliberadamente una vida útil limitada para sus productos. En otras palabras, se diseña un artículo para que, tras un periodo determinado, deje de funcionar correctamente o su reparación resulte tan costosa que no compense arreglarlo. De este modo, el consumidor se ve empujado a sustituirlo por un modelo nuevo, garantizando así un flujo constante de ventas.
El término “obsolescente” hace referencia a aquello que está quedando anticuado o fuera de uso, aunque todavía funcione. Este fenómeno no es nuevo: surgió en la década de 1920, cuando el cártel Phoebus (integrado por los principales fabricantes de bombillas) limitó deliberadamente su durabilidad para aumentar sus beneficios.
Por qué los fabricantes limitan la vida útil de los productos
El motivo principal es económico. Reducir la duración o dificultar la reparación de los artículos garantiza una demanda constante y mayores ingresos. Piezas selladas, repuestos escasos o actualizaciones incompatibles son ejemplos de esta estrategia que, además de afectar al bolsillo del consumidor, incrementa el consumo de energía y la generación de residuos.
Tipos de obsolescencia programada
Vivimos rodeados de productos diseñados para durar menos de lo que podrían. Existen distintas formas de obsolescencia programada, y conocerlas ayuda a identificar por qué muchos artículos dejan de ser útiles antes de tiempo, generando más residuos, consumo energético y gastos innecesarios para los consumidores.
Obsolescencia técnica o funcional
Se produce cuando un producto deja de funcionar correctamente o repararlo resulta demasiado caro. Por ejemplo, una lavadora con piezas selladas o un móvil sin batería reemplazable. Aunque el aparato podría seguir en uso, el usuario acaba sustituyéndolo.
Obsolescencia psicológica o percibida
El producto funciona, pero el consumidor lo percibe como viejo o ineficiente. Un nuevo modelo, un diseño moderno o una campaña publicitaria bastan para hacerlo parecer obsoleto.
Obsolescencia por incompatibilidad
Surge cuando un artículo deja de ser compatible con sistemas, piezas o programas actuales. Es habitual en móviles sin actualizaciones, impresoras sin cartuchos compatibles o software que deja de funcionar tras una actualización.
Otros tipos de obsolescencia
También existen la obsolescencia programada propiamente dicha (productos creados con vida útil corta), la obsolescencia indirecta (por imposibilidad de reparar), la funcional por defecto (falla un solo componente), la estética (por moda), la por caducidad (en alimentos con fechas reducidas) y la ecológica, cuando se reemplaza un producto funcional por otro “más verde”.

Ejemplos de obsolescencia programada en el día a día
Dispositivos electrónicos y electrodomésticos
Los dispositivos electrónicos son el ejemplo más claro.
- Móviles y portátiles
Tienen baterías integradas que marcan su vida útil. Cuando pierden capacidad, el usuario no puede reemplazarlas fácilmente y termina comprando uno nuevo.
- Electrodomésticos
Ocurre lo mismo. Piezas descatalogadas o placas electrónicas que fallan hacen más rentable sustituir que reparar, generando más residuos y un mayor consumo energético.
- Bombillas y baterías
Antes, una bombilla podía durar años, pero hoy muchas se fabrican para fallar tras un número limitado de horas. Las baterías recargables también pierden capacidad o compatibilidad rápidamente. Aunque son productos eficientes, reemplazarlos antes de tiempo reduce su beneficio ambiental y económico, además de incrementar el gasto energético global.
Consecuencias de la obsolescencia programada
Impacto económico: gastar más por productos que duran menos
Cuando los productos duran menos de lo esperado, el consumidor gasta más a largo plazo. Sustituir aparatos con frecuencia significa pagar repetidamente por el mismo tipo de producto. Además, la inversión se amortiza en menos tiempo y cada compra implica costes adicionales de transporte, instalación y eliminación del anterior.
El resultado es un consumo acelerado que afecta al presupuesto familiar y, en el caso de los electrodomésticos, también a la factura de la luz, ya que los nuevos aparatos pueden requerir más energía en sus fases de fabricación y transporte.
Impacto ambiental: más residuos y mayor consumo energético
La obsolescencia programada también tiene un coste ambiental. Al sustituir productos antes de tiempo, generamos más residuos —muchos de ellos electrónicos— que contienen materiales difíciles de reciclar. Además, producir nuevos aparatos requiere extraer recursos, consumir energía y emitir CO₂.
Mantener en uso un dispositivo que aún funciona es mucho más eficiente que fabricar uno nuevo. Sin embargo, el sistema actual de consumo rápido fomenta justo lo contrario: un modelo de producción intensivo en energía y materiales que aumenta la contaminación.

Cómo evitar la obsolescencia programada
Evitar la obsolescencia programada es posible si cambiamos nuestros hábitos de consumo. Apostar por reparar, reutilizar y elegir productos sostenibles nos permite ahorrar dinero, reducir residuos y alargar la vida útil de nuestros aparatos.
Reparar y reutilizar antes de reemplazar
La mejor manera de luchar contra la obsolescencia programada es reparar antes que tirar. Cambiar una pieza, actualizar un software o acudir a un servicio técnico puede alargar la vida útil de nuestros aparatos durante años.
Reutilizar reduce el gasto económico y también el energético, ya que evita el impacto ambiental de fabricar un nuevo producto. Además, existen cada vez más talleres y plataformas especializadas en reparar y dar una segunda vida a los electrodomésticos y dispositivos.
Elegir marcas con compromiso sostenible
Cada vez más fabricantes promueven la durabilidad y la posibilidad de reparación. Escoger marcas que ofrezcan recambios, manuales de mantenimiento o diseños modulares es clave para evitar la obsolescencia programada.
Las empresas con compromiso sostenible suelen apostar por materiales de calidad, garantías amplias y productos eficientes que consumen menos energía durante su uso. Al elegirlas, contribuimos a una economía más circular y responsable.
Adoptar hábitos de consumo responsables
El consumidor también tiene un papel importante. Algunas recomendaciones prácticas:
- Antes de comprar, informarse sobre la vida útil y la disponibilidad de repuestos.
- No dejarse llevar por la moda tecnológica si el dispositivo actual sigue funcionando.
- Realizar un mantenimiento regular para prevenir fallos.
- Priorizar la eficiencia energética y la durabilidad frente al precio inicial.
- Compartir, donar o vender aparatos que aún funcionan antes de desecharlos.
Estos pequeños gestos reducen residuos, ahorran energía y ayudan a frenar la obsolescencia programada.
Ahorreluz y el compromiso con un consumo responsable
En ahorreluz, creemos que el verdadero ahorro comienza con decisiones conscientes. Evitar la obsolescencia programada no solo significa alargar la vida de tus productos, sino también optimizar el uso de la energía y reducir el impacto ambiental. Apostar por aparatos duraderos, eficientes y sostenibles es una forma directa de cuidar el planeta y tu economía.
Nuestro compromiso es ayudarte a consumir mejor, no más, ofreciendo asesoramiento y soluciones que te permitan reducir tu factura eléctrica sin renunciar al confort. Porque un consumo responsable y una energía bien gestionada son la clave para un futuro más eficiente, justo y sostenible. En ahorreluz te acompañamos para que cada decisión cuente.